El 21/08/2010 falleció Rodolfo Fogwill. Sin saberlo, dos días después, una compañera de trabajo me devolvió un libro escrito por él que yo le había prestado y había olvidado: «Los Pichiciegos». Me puse a hojear sus páginas para buscar los subrayados y anotaciones que suelo hacer en los pasajes de los textos que me gustan o llaman mi atención. Haciendo eso llegué a este genial párrafo:
Si los argentinos los llaman «rusos» y los ingleses —así lo pronunciaban el paracaidista y el de la radio— les dicen «rachan», los rusos, que algunos creían que estaban por llegar, se han de llamar de cualquier manera, pero seguramente a ellos mismos no se dirán ni «rusos» ni «rachan». Los británicos, que eran los ingleses, llamaban a los argentinos «archis» y a los malvineros «jepls» y a ellos mismos se llamaban «uiners». Los porteños se llamaban porteños a ellos mismos y a los demás les decían «forros»; por eso les quedó «forro» a ellos, porque andaban siempre diciendo «forro» a un lado y a otro. Un pichi, el tano Brecelli, se tomó el trabajo de anotar todo eso. Bueno: anotar no, porque abajo el único que anotaba era Pipo, que llevaba las cuentas.
Brecelli había hecho una lista mental de las palabras y de las maneras de hablar y se las sabía de memoria: la recitaba y siempre le iba agregando cosas; y cuando aparecía un nuevo, mientras los otros le enseñaban cómo tenía que portarse, él les cantaba la lista: «al turco ‘Turco’ porque no es turco, es árabe; a Acevedo que es rosarino, porque es judío, se le dice ‘ruso’ o ‘rachan’ en inglés; a los judíos ‘hijos de puta’ porque escupieron a Cristo y ‘gracias’ porque le mandan cohetes a Galtieri; a Galtieri de acá, ‘Galtieri’ porque es muy boludo y se creía que íbamos a ganar; y a los forros ‘forros’ porque son forros y lo único que saben hacer es forrear…»
—¡Callate forro…! —decía el santiagueño.
—Y qué querés, si no fuera forro, no estaría aquí entre tantos negros roñosos como vos —decía Brecelli, que era porteño.
Rodolfo Enrique Fogwill, «Los Pichiciegos»,
Editorial Interzona (2006), Pág 114.